Empecé a publicar cuentos con una editorial japonesa, Gakken, hace más de 10 años.
En1997 fui a la feria de Bolonia porque aquel año, por fin, me habían seleccionado para la muestra.
Animada por ello a vencer la timidez y mostrar mis ilustraciones a editoriales extranjeras, fue el último día, la última tarde, cuando me recibieron en Gakken. El editor japonés miró mis ilustraciones (un desastre de carpeta) a toda velocidad. Cuando llegó al final pensé que diría un muy educado "muchas gracias" como todos, pero no: volvió atrás buscando algo y se paró en una ilustración. Eran unos gatos saltando por los tejados que se ven desde las ventanas de mi estudio. Me miró fijamente y preguntó si tenía una historia con aquellos gatos.
-Sí, claro- mentí.
Él hablaba en japonés con un traductor japonés que hablaba inglés con una señora italiana, encantadora por cierto, que me hablaba en italiano. De esta manera tan divertida explicó qué libro quería que hiciera y quedé en enviarle un proyecto. Me regaló unos juguetes para mis hijos y nos despedimos. No recuerdo su nombre pero sí su amabilidad y su corbata de seda: era preciosa.
Volví a Madrid, me enredé en cientos de dibujos y me olvidé. Pero en diciembre llegó una felicitación desde Japón con un recordatorio del encargo. Estarían encantados de recibirme en la feria de nuevo, decía. Así que me puse a pensar y llevé el proyecto. Esta vez me recibió una editora japonesa muy amable que hablaba inglés. Le gustó mucho pero fue muy sincera conmigo y no me dio esperanzas porque, explicó, Japón atravesaba una crisis económica muy fuerte y Gakken había decidido publicar muy poco. Aún así se lo llevó para enseñarlo en la editorial. Un mes más tarde llegó un fax para pedirme perdón por las prisas porque querían publicarlo en otoño. Así empecé atrabajar con ellos. Años más tarde me pidieron la segunda parte del cuento que también publicaron. Después los tradujeron al coreano, al chino mandarín y al chino cantonés. Y hace algunos años me pidieron muy educadamente las señas de alguno de mis herederos para hacerles llegar, si fuera necesario, los derechos de autor.
Siempre les estaré agradecida, sobre todo porque me demostraron que era posible lo que me parecía imposible.
Vaya desde aquí mi homenaje y reconocimiento.
Qué anécdota tan bella Teresa. Gracias por compartirla con todos nosotros. Me ha encantado. ¿Podrías compartir esos libros para nosotros algún dia? Sería genial. Un abrazo, Bk.
ResponderEliminarCoincido con Blanca, ¿no sería posible ver los dibujos? Me encantaría, y mucho más sabiendo la historia que los acompaña.
ResponderEliminarMe entristece enormemente la tragedia que ha asolado Japón; ha afectado a una cultura que cultiva la buena educación y el civismo. Ojalá para ellos vuelva a salir pronto el sol.
Gracias por tu bonita anécdota.
Un fuerte abrazo :-)
Pues no se me había ocurrido enseñar los libros! a ver si tengo un rato y escaneo algo. Gracias por vuestros comentarios, besos :-))
ResponderEliminarLa anécdota es preciosa y es un merecido reconocimiento a la sensibilidad y exquisitez de la cultura japonesa y desde luego a su profesionalidad, sea en el campo que sea.
ResponderEliminarSiempre me ha alegrado de que tuvieras esa gran oportunidad, ¡felicidades! y gracias por tu recuerdo, en nombre de mis amigos japoneses, a los que enviaré un e-mail para que entren en tu blog y se animen en estos momentos tan desastrosos para ellos, pero que están llevando de forma tan asombrosamente civilizada.
Bueno, es, me he alegrado de que o me ha alegrado que,... con las prisas...
ResponderEliminarGracias Ana María, te voy a llamar un día de estos... besos
ResponderEliminarHola Teresa:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el post sobre tu colaboración en Gakken. Este año estaban en Bolonia haciendo una bandera entre la gente que quisiera para mostrar la solaridad con lo ocurrido...La bandera estaba llena de buenos deseos y de pequeños y coloristas dibujos de todo el que se acercaba. Faltaba el tuyo!!!
Besos. T
Qué bonito :)
ResponderEliminarTeresa, mi sobrino tiene un pijamita a rayas con un precioso elefante con cara de loco que escapa de una abeja, les encantó a todos, de verdad que llamó la atención! Besos
ResponderEliminarGracias Teresa, por esa enriquecedora historia. Creo que hoy necesitaba algo así. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti Nemo por tu comentario y porque ando tan liada que hacía mucho, pero mucho tiempo, que no me metía en mi blog... y al ver tu comentario aquí estoy, gracias! Saludos.
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